“Tutti Fratelli!” –”Somos hermanos y hermanas”–, exclamaban las mujeres de Castiglione después de la devastadora batalla de Solferino, en 1859.
Con esta exclamación encendieron la llama de la Humanidad entre los soldados heridos y agonizantes, mientras les dispensaban atención y asistencia independientemente del bando al que pertenecieran. Su valentía, compasión y bondad a la hora de salvar vidas y aliviar el sufrimiento en medio del caos de la guerra fueron una inspiración para Henry Dunant. Hoy celebramos el aniversario de su nacimiento y el legado fundacional del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.
En los últimos dos años, casi nadie estuvo a salvo de las crisis y los desastres. La pandemia de COVID-19, los conflictos armados y la violencia, la crisis climática y los desastres relacionados con el clima, la degradación del medio ambiente, la inseguridad alimentaria y los grandes desplazamientos poblacionales azotan con fuerza a los grupos más vulnerables del mundo, y son muchos los que no tienen medios ni recursos para adaptarse.
En este contexto, la indiferencia, la desinformación y los discursos de odio ocupan cada vez más la consciencia colectiva, lo que resulta en la fracturación y polarización de las sociedades, y el rechazo y la deshumanización de las personas.
Ni siquiera los principales defensores de los principios y las normas básicas de protección y asistencia están exentos: quienes se esfuerzan por prestar asistencia y apoyo a los que sufren necesidades se convierten en objeto de ataques injustos e incluso violentos. Cuando la llama de la Humanidad amenaza con apagarse, debemos alarmarnos y actuar en consecuencia.
Este 8 de mayo representa una oportunidad para que el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, sus empleados y sus 14 millones de personas voluntarias en todo el mundo se unan en torno a nuestro férreo compromiso de formar parte de un sentido universal de humanidad. Asimismo, reafirmamos nuestros Principios Fundamentales, que son la esencia de todo lo que hacemos para ayudar a quienes lo necesitan.
Nuestro compromiso nos exige defender a las personas más vulnerables del mundo, donde sea que estén. Cuando el estallido de una guerra o un desastre desvían la atención o la generosidad del público, los medios, las autoridades públicas y los donantes, va en detrimento de millones de personas afectadas por una crisis humanitaria prolongada, olvidada o invisible.
Nuestros Principios Fundamentales son los portadores de la llama de la Humanidad en todo el mundo y sus confines. Ayudan a que la atención vuelva a centrarse en las personas que sufren. Son la base de nuestra solidaridad con los voluntarios y los empleados de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en todo el mundo. Elegimos este 8 de mayo para elogiar la admirable tarea y el compromiso inquebrantable de los primeros en acudir en ayuda de sus comunidades.
Multipliquemos juntos la llama de la Humanidad y seamos partidarios del poder de la bondad.